«Da gusto ver los partidos del Calamonte: no especulan nunca, salen a por el rival desde el segundo uno y tiene unas individualidades, sobre todo en ataque, que marcan la diferencia. Les da igual contra quién jueguen: hacen lo mismo y de la misma manera; son fieles a su estilo y eso es de valorar». Así define el técnico Luis Miguel Patiño el juego del Calamonte-Patiño, que era entrenador del filial almendralejense cuando estos eliminaron al conjunto blanco en la Copa Federación al inicio de la temporada.
Sobre su colega Juanpe, el de Arroyo de San Serván, es claro: «Juanpe lleva haciendo unas temporadas que es para quitarse el sombrero y lo que es una pena es que no haya tenido más suerte con las lesiones, porque de haberla tenido estarían mucho más cerca de los cuatro primeros», afirma.
Patiño, que abandonó las filas del Extremadura porque, tal como afirmó, no quiso renunciar a sus principios futbolísticos y no accedió a que ‘le hicieran’ las alineaciones, compara a los calamonteños con el Azuaga de Jesús Cobos: jugadores arriba que nunca dan un pase (ni un paso) atrás y que siempre miran la portería rival», precisa. Del mismo modo, el técnico señala uno de los aspectos que el Calamonte, a su juicio, podría mejorar es su retaguardia: «sigue encajando muchos goles.
«Salir siempre a atacar suele tener esas consecuencias», afirma un técnico conocedor de una categoría en la que también fue jugador en el mítico Imperio de Mérida, donde militó junto a Carrasco, el 9 blanco, y de quien Luismi guarda un grato recuerdo por el buen trato que el de Calamonte le dispensó.
Así ve Patiño a un Calamonte que afronta el final de curso con los deberes hechos hace tiempo y con la mirada puesta en la sexta plaza (la quinta, aún posible, se antoja compleja) y que mejoraría el séptimo puesto de la temporada pasada, mejor clasificación histórica de los blancos en la Tercera División Nacional.
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