Desde que Carrasco marcara frente al Aceuchal el pasado año 17 de diciembre) el Calamonte no ha vuelto a ver puerta. Y han pasado ya 320 minutos. «Sí, está claro, falta gol», reconocía el técnico blanco, que ponía en valor el haber encajado un solo gol en nueve encuentros y que achacaba a que «los equipos nos conocen» para justificar la inoperancia blanca en los últimos encuentros. Eso sí, hacía autocrítica. Pero dejó fuera de la convocatoria a Eloy por llegar doce minutos tarde y ha dejado marchar a Juanfran Carvajal al Pueblonuevo.

El Calamonte aburre. La tensión de otros tiempos no está y no se puede jugar todo a la carta de la lucha y la entrega de los jugadores. Es necesario poner a los mejores jugadores en su puesto. Ver a Berna arrancar desde el centro, cuando por donde desborda es por la banda, o a Leandro en el banquillo da que pensar. Igual que el hecho de que, en lo que va de temporada, cerca de una decena de jugadores hayan abandonado la disciplina de un club que cuando hace la foto oficial no convoca a los medios de comunicación o no facilita las alineaciones o se restringe a algunos medios el acceso a la ‘zona mixta’. Pero no hay gol. Y el problema no son los jugadores. Carrasco se vació los 94 minutos: bajaba, fijaba a los centrales, se abría a banda… pero cuando no hay quien le ponga balones… Mientras, los de Montijo hicieron su partido. Incluso merecieron más.

El meta blanco salvó los muebles en dos ocasiones ante Matute, de los más destacados junto a Carmona y Albertino y evitó los goles de un Montijo bien posicionado, No sería justo achacar a los jugadores locales los últimos resultados. Una cosa está clara: el descontento del vestuario y la afición con el técnico, carente de capacidad de reacción, es más que evidente.