Intensidad. Así podría definirse el encuentro que en la mañana de ayer disputaron calamonteños y dombenitenses. La táctica primero y el físico después marcaron un choque bonito para el aficionado y exigente para los jugadores. Arrancó el encuentro con los dos equipos fijados en el campo. Ambos sabían a qué tenían que jugar. «Nosotros hemos planteado una presión alta en la primera parte intentado provocar un error en la salida del balón del Calamonte», refería el técnico calabazón al finalizar el encuentro. Y, en efecto, esa presión obligó a los locales a sacar, en muchas ocasiones, el balón en largo. «El Calamonte ha hecho su trabajo y es merecedor de este punto que considero justo para ambos», apuntaba Juan García. Los blancos buscaron tener la posesión del balón y abrir el juego por bandas buscando a Leandro y a Alberto Plá, pero el Don Benito jugaba sus bazas.

La lucha por la posesión de la pelota y el dominio del centro del campo marcaron gran parte del choque. Diop en las filas visitantes y Juanfe por los locales hicieron un derroche físico por ocupar la parcela central. En ese juego que en muchas ocasiones no se ve, el de cerrar espacios, recuperar balones y cubrir a un compañero, ayer, los dos mediocentros de contención hicieron repaso de todos los temas del examen. Y sacaron nota.

La tensión futbolística impregnó un partido de táctica de los de García y de estrategia por parte del conjunto local. Carrasco se desmarcaba en una jugada y en la siguiente José Manuel buscaba a Amorín en banda; Berna buscaba el hueco y Pozo lo tapaba; David López lo intentaba y Parra lo paraba. Así fue el encuentro. Intenso. Sin pausas.

En cuanto a oportunidades, en verdad hubo pocas. Un disparo de Trinidad, al final de la primera mitad, desde fuera del área y que se estrelló en el larguero de la meta defendida por Manu (que jugó lesionado desde el minuto 15 de la primera mitad), y remate de José Manuel de cabeza tras un centro por la derecha en las postrimerías del encuentro y que se fue lamiendo la cepa del palo derecho fueron las dos oportunidades más claras de las que dispuso el Don Benito.

Por su parte, el Calamonte tuvo en las botas de Juanjo, con el tiempo ya cumplido, la ocasión de llevarse los tres puntos. Pero ayer el fútbol no se transformó en goles a pesar del derroche físico.

Se alternaron la cabeza y las piernas. O lo que es lo mismo: la razón y el orden primero y la pasión y las ganas cuando las piernas ya parecían fallar. Y ahí, aparecían las aficiones para insuflar esa fuerza que los minutos habían ido arrancando a los jugadores. No ganó el Don Benito. Ni el Calamonte. Ayer ganó el fútbol.