Pedro Sánchez junto a la encina en el jardín de su casa.
Pedro Sánchez junto a la encina en el jardín de su casa. / :: M.M.

Pedro Sánchez Gajardo: «Las Canarias están grabadas en mi vida»

  • «Impulsé junto a mi hermano Miguel el proyecto Naturaleza»

Pedro Sánchez Gajardo nació en Calamonte el 17 de febrero de 1951, pronto hará 67 años. Es conocido por los calamonteños como Pedro ‘Turra’ y también lo es por su incansable sonrisa. Tiene dos hijos: Sara, con los rasgos británicos de su madre Joyce Clark, y Miguel, que sigue sus pasos en la docencia.

Aunque ‘Turra’ se jubiló en 2011, sus 38 años de docencia dan para dejar huella. Y es que, todavía tiene exalumnos que al saludarle por la calle le siguen llamando ‘don Pedro’.

Pues bien, don Pedro es también muy querido por los calamonteños. Por eso, muchos se interesaron por su estado cuando hace dos años le fue diagnosticado un cáncer que superó con creces, y a la vista está la buena salud que goza en la actualidad.

Considera que ha sido una prueba superada y aprovecha la entrevista para felicitar al médico Jesús Cisneros y al equipo de enfermeros del Hospital Virgen de la Paloma de Madrid que afirma «hicieron conmigo una labor profesional y humana impresionante».

–¿Cómo fue su infancia en el Calamonte de los años 50?

–Mi infancia fue bastante benigna en relación a generaciones anteriores, porque en los años 50 en España empezó a haber algo de vida digna. Pero todavía había mucha miseria. Yo afortunadamente, nací en una familia acomodada y no pasé calamidades, pero en mi entorno sí las vi. Eso sí, nosotros de pequeños estábamos todo el día en la calle. Entonces el pueblo estaba dividido en los de la plaza, los del cerro y los del calvario. Y nuestro deporte preferido eran las pedreas. Aquí en las famosas traseras de los ‘Turras’ hacíamos tremendos combates de piedras, pero inmediatamente después de terminar, seguíamos tan amigos. Además, lo bueno que tenía el pueblo es que nos juntábamos todos. Una relación sin distinción de clase social de ningún tipo. Había una amistad muy sincera. Muy franca.

–Se formó para ser maestro de escuela. ¿Dónde estudió y cuándo terminó?

–Yo estudié en la escuela pública con mi ilustre maestro don Manuel Golpe y después pasé al Instituto Santa Eulalia. Magisterio lo estudié en Badajoz. Pero a mí me hubiera gustado hacer la carrera de ingeniero agrónomo porque el campo siempre me ha encantado. Pero entonces tenías que irte a Sevilla o Salamanca. Éramos dos hermanos y la economía no estaba para tirar muy largo, entonces terminé la carrera en junio del 72 y en octubre me fui a la mili obligatoria hasta principios del 74. Fueron casi 15 meses. Una pérdida de tiempo, porque yo quería trabajar ya de maestro.

–¿Y cómo fue su paso por la mili? ¿Y dónde la hizo?

–Hice la mili en Cádiz y tuve la suerte de ayudar a mucha gente. Y eso sí me congratula porque venía gente de muchas partes de España a las que pude ayudar. Muchos venían de partes deprimidas con poca cultura y me ofrecí para darles clases. Como anécdota recuerdo la primera vez haciendo un servicio de refuerzo en una Nochevieja en Cádiz. Allí estaba yo con un fusil puesto en una garita y en una guardia unos jóvenes pararon su coche. Llevaban una botella de anís y me invitaron a una copa haciéndome compañía un rato. Así que, más tarde, ya en Calamonte, estuve practicando esta costumbre yendo al cuartel de Mérida. Les llevaba una copita y les felicitaba el año nuevo.

–Una vez terminó la mili obligatoria. ¿Pudo buscar trabajo de lo suyo?

–Sí, que podemos dividirlo en tres etapas. Mi primer trabajo se corresponde con mi primera etapa en Tenerife, donde estuve 7 años. En Torremejía estuve 12 y por último en 1995 en Calamonte hasta mi jubilación.

–¿Y cómo fue aquella primera experiencia en las Canarias?

A nivel profesional fue una experiencia muy buena. Aprendí mucho de mis compañeros. Y en el aspecto humano también. Canarias forma parte de mi vida y de mi corazón. Canarias las tengo grabado en mi vida. Como digo a veces, en mi casa en verano es una jaula porque está llena de canarios. Mantenemos las relaciones con los amigos de las islas que siguen viniendo.

–Además, fue en Tenerife donde conoció a Joyce Clark, su actual esposa. ¿Cómo se conocieron?

–Joyce comenzó siendo mi profesora de inglés. Y a partir de aquí surgió el amor, empezamos a salir y cuando vi que la cosa iba en serio le dije: mi intención es vivir en Calamonte. Y claro tú como británica no estás acostumbrada al pueblo. El salto era inmenso. Así que le propuse viajar al pueblo para que lo conociera y le dije: ‘tú decides’. Vinimos a Calamonte y yo creo que gracias a mi familia y los amigos que la acogieron muy bien terminamos casándonos poco después. Nos casamos en Semana Santa, volvimos a Tenerife para terminar el curso y cuando terminó, ya nos volvimos definitivamente a Calamonte.

–¿Fue entonces cuando inició sus clases en Torremejía?

–Sí. En Torremejía estuve 12 años. Allí pude poner en práctica todo lo que había aprendido en Tenerife. Éramos 13 compañeros excelentes, y creo que hicimos, modestia aparte, una gran labor.

–Esa labor docente que llevó a Calamonte. ¿Cómo fue su andadura en su pueblo?

–Hombre, llegué aquí con mucha experiencia. En los primeros años, además de mis clases, hice algunas funciones en la directiva como jefe de estudios, secretario, la dirección no la quise para nada, y también impulsé junto a mi hermano Miguel el proyecto Naturaleza. Salíamos dos veces al año, en otoño y en primavera para estudiar la dehesa. En otoño porque es cuando se recoge la bellota y el madroño. Y en primavera por ver su esplendor.

–¿Qué asignaturas ha dado usted a lo largo de su vida?

–Al principio hice oposiciones por matemáticas y ciencias de la naturaleza, con física y química. Y luego, he sido un poco curioso y como las matemáticas te estructura demasiado la cabeza, empecé otras materias como las ciencias sociales y, por influencia británica, el inglés. Con lo cual acabé dando matemáticas, naturaleza, inglés y sociales.

–Y de estas asignaturas le salió un alumno como José Antonio Briz, actualmente físico experimental en el CERN. ¿Es uno de los alumnos más brillantes que ha tenido?

–Lo saludé el día de Reyes cuando comía con su familia en un restaurante. Conservamos una gran amistad y me siento muy orgulloso de él. Y sí, ha sido un alumno muy brillante. Pero sobre todo fue un alumno muy pragmático porque los conocimientos los sabía poner en funcionamiento. Y por otra parte, a veces siento gran pesar porque alumnos con grandes posibilidades pero por razones familiares, culturales o de otro tipo ,no han podido seguir por la senda de la cultura.

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