Juan, durante una jornada laboral.:
Juan, durante una jornada laboral.: / HOY

«La vendimia mecanizada ahorra tiempo y dinero al agricultor»

  • Juan Antonio Macías Peñato trabaja cerca de dieciocho horas diarias durante los cuarenta días de la vendimia.

«Yo empecé en el campo porque había que trabajar y luego porque alguien tenía que encargarse de la labor de mi padre». Así de contundente se muestra Juan Antonio Macías Peñato (Calamonte, mayo de 1985) un joven agricultor que hace 5 años decidió «tirarse al barro» como él dice. «Yo ya llevaba unos cuantos años de maquinista de cosechadora y vi que todo el trabajo de las viñas de Calamonte se iba fuera. Venía una máquina de fuera y ese dinero de los calamonteños se iba fuera del pueblo. Nadie apostaba por comprar una cosechadora y establecerse por su cuenta. Y eso fue lo que yo hice hace cinco años», relata Peñato.«La inversión que yo tengo hecha ronda el millón de euros, que se dice pronto, y es que estas máquinas son muy caras. Con la que estoy cosechando ahora tiene un precio de 230.000 euros; la de olivar me costó más de 300.000 euros y la que quiero comprar el año que viene, que vale tanto para la uva como para la aceituna y cuesta incluso algo más», señala.

La jornada laboral de Peñato arranca en torno a las doce de noche. «Recogemos la uva blanca por la noche y la tinta ya por el día. Así, el agricultor obtiene un mejor producto», relata sentado en la cabina de la cosechadora. «Son muchas horas y muchos días de campaña trabajando doce y catorce horas al día durante 35 o 40 díass seguidos. Y eso solo en la uva, que luego viene la aceituna», relata Peñato. «En una jornada de trabajo, que a veces llega hasta las 5 o las 6 de la tarde después de haber empezado a las once o las doce de la noche anterior, puedo recolectar unos 120.000 kilos si la viña es de secano y unos 400.000 kilos si la viña es de regadío, pero siempre hay que tener en cuenta la disponibilidad de la cooperativa y que pueda transformar esa cantidad ese día, porque también hay que contar con la uva que se coge a mano», detalla. «Yo trabajo para los socios de la cooperativa. Durante determinadas horas al día, trabajo solo para ellos y cuando ya he acabado la campaña con ellos, también trabajo para otros propietarios de viñas porque la maquinaria es mía», continúa».

«La vendimia mecanizada ahorra tiempo y dinero al agricultor. Hombre, está claro que se pierden jornales, pero al agricultor le compensa. Y te voy a poner el ejemplo de un agricultor de Calamonte: este hombre tenía una viña en vaso que le daba 700 arrobas. La ha transformado en viña en espaldera y este año, ´´aun siendo una viña nueva, ya le ha dado 1.200 arrobas y a partir del año que viene ya le dará unas 1.400 o 1.500 arrobas. Además, estas viñas son más cómodas y más rápidas de vendimiar, al estar más altas tienen más ventilación y menos enfermedades y además se podan mejor. Incluso hay una máquina, la prepodadora, que las deja prácticamente listas», cuenta.

¡Pero claro, a diferencia de la vendimia tradicional, la vendimia mecanizada tiene algunos inconvenientes para Peñato. «Igual que los hombres del campo limpian la navaja después de vendimiar, yo tengo que limpiar la máquina todos los días y a veces hasta en dos ocasiones cada jornada. Y el proceso de limpieza pueda durar hasta incluso un par de horas porque la máquina tiene que quedar totalmente limpia cada vez que se empieza en una viña diferente», afirma. «Luego hay veces que la máquina se estropea. Sobre todo se estropea por el terreno, porque haya piedras, terrones, el desnivel sea muy pronunciado... y en ocasiones pues te puede trastocar los planes, como hace unos días que se me estropeó en la madrugada del Día de Extremadura y ese día no se podían comprar recambios porque estaba todo cerrado y había que ir a Sevilla a por ellos, por ejemplo», continúa. «En otras ocasiones se te puede ir un rodamiento, pero eso en un par de horas o tres está solucionado», concluye Peñato.«Y luego, cuando acaba la campaña, desmontamos toda la máquina y limpiamos pieza a pieza y la dejamos preparada para la siguiente temporada».

La familia

«Mi mujer trabaja como uno más... aunque en casa. Quiero decir que si no fuera por ella, sería imposible llevar este ritmo y este horario. Ella se encarga de Tomás y de Amelia (5 y 2 años respectivamente), de la casa... nos repartimos el trabajo: yo fuera de casa y ella dentro. Además, que siempre tengo un apoyo en María, que siempre me anima», afirma Juan. «Luego está mi padre, que aunque no es trabajador de plantilla trabaja más que yo», cuenta entre risas. «Hay tres maquinistas, mi padre, mi mujer y yo. Esos formamos La Agraria», que es como se llama la empresa», sentencia.

¡El trabajo de Juan está salpicado de anécdotas, sobre todo por la noche. «De noche, todos los gatos son pardos. Nos hemos encontrado a parejas en los coches, junto a las viñas, con jabalíes, por ejemplo. Que se te presentan de repente y como vengan chillando, cuidao; luego en otra ocasión en La Coscoja (una finca cercana a Calamonte) nos apareció un señor que luego resultó ser un peregrino que se había perdido... pero nos dio un buen susto», relata un Peñato que, hablando de su trabajo, concluye señalando que «hombre, esto es duro, muchas horas, por la noche... Pero, ¿sabes qué me dice mi mujer? Que cuántos quisieran estar como estoy yo. Y ahí, como siempre, María lleva razón»

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