Felipe Delgado Domínguez, Felipe ‘el de la autoescuela’ (Almendral, 1931) hace un repaso por su trayectoria vital y relata sus vivencias: llegó a Calamonte hace ahora 53 años. «Yo tenía 31 años la primera vez que llegué con un coche de autoescuela al pueblo», afirma un hombre que ha enseñado a conducir a más de medio Calamonte. «No sé el número, pero es probable que más de cuatro mil personas se hayan sacado el carné conmigo, más de medio pueblo», dice este hombre, padre de cuatro hijos y que antes que fraile fue cocinero.

«Yo empecé a trabajar en el campo con 13 años. Hasta que me fui a la mili, a Madrid. Allí estuve de zapatero. Y recuerdo que me puse malo y en el hospital nos cuidaban monjas que no querían que yo me fuera, porque cuando me puse un poco mejor, los domingos agarraba la hucha para los negritos, me ponía en la puerta y todo el que entraba echaba dinero: una perra grande o una perra chica o lo que fuera. Y claro, las monjitas no querían que me fuera », cuenta entre risas.

Recorrido Laboral

«Después de la mili estuve casi cuatro años trabajando como chófer de la señorita Dolores, sobrina del conde de la Oliva. Y luego también trabajé como camionero en la fábrica de tomate de Montijo. Y también estuve como albañil, trabajando en la construcción de las acequias del canal de Lobón con una empresa de Badajoz», cuenta sentado en el sillón del salón de su casa, junto a Cleme, su mujer desde hace más de 60 años. «¿Te acuerdas Cleme de las fatiguitas que pasamos para comprarnos la casita?», le dice. «Cómo no me voy a acordar, Daniel», contesta. Porque Felipe ‘el de la autoescuela’ (así se le conoce en Calamonte) en el registro eclesiástico se llama Daniel. Y en su pueblo, en Almendral, es Daniel (‘el vallero’ porque su familia venía del Valle de Santa, una localidad cercana).

«Lo del nombre fueron cosas de mi madrina, que dijo que me tenía que llamar Daniel, como mi padre. Y como antes las cosas eran así…». «Primero tuvimos la autoescuela en la parte de arriba del bar de Pilara, en el Calvario; luego donde Domingo ‘el cartero’ (al lado de la actual oficina de Correos), luego en la calle Iglesia y ya por último aquí, en la plaza», relata con precisión. «Antes se examinaba en Badajoz. Y después del examen siempre parábamos a celebrarlo. Me acuerdo de una vez de uno que se pidió un plato de caracoles. Se comió hasta la concha. No los había comido nunca y decía: están duros pero luego están buenos», cuenta entre risas.

«Ahora la autoescuela la llevan mis hijas: Toni es la profesora y las otras dos, Petri y Mari Carmen, están en la oficina. El mozo no quiso», detalla. Y mira a su hijo Felipe, como diciendo: «con lo que a mí me hubiera gustado que hubieras sido profesor de autoescuela. Pero al menos te pude dar unos estudios y una buena carrera», porque Felipe están tan orgulloso de sus hijos como sus hijos de él. Felipe, que vive en la plaza es altamente conocido por los calamonteños, y es raro quien no se pare a saludarle y no haya sido alumno suyo de la autoescuela.