Ramón junto a dos compañeras de trabajo en el Castillo de Trakai, cerca de Kaunas (Lituania)
Ramón junto a dos compañeras de trabajo en el Castillo de Trakai, cerca de Kaunas (Lituania) / :: Cedida

Lituania vista por un calamonteño

  • «Tuve que decir, con todo el dolor de mi corazón, que no me podía ir, pero en el mismo email escribí si había alguna posibilidad de empezar un poco más tarde, en octubre. Me aceptaron»

Ramón Sánchez Hernández nació en Mérida el 31 de diciembre de 1994. Estudió el doble grado en Derecho y Ciencias Políticas y de la administración, por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

El joven calamonteño pensó que un buen lugar donde mejorar sus competencias lingüísticas, podría ser en otras latitudes, aunque nunca imaginó aterrizar en un país tan lejano como Lituania. Es miembro del servicio europeo de voluntarios donde ejerce la función de profesor de español y trabaja con personas con discapacidad mental en la ciudad de Panevežys, al norte del país, a unos kilómetros de Letonia. Lugar donde vive actualmente desde el 26 de septiembre del pasado año 2017. Es la quinta ciudad del país y muy bien ubicada porque tiene a dos horas de Vilna, la capital de Lituania y Riga, capital Letonia.

Clases de español

Aunque, a diferencia de otros calamonteños por el mundo, Ramón sí tiene fecha de vuelta, que será próximo el 12 de octubre, que es cuando termina el proyecto del voluntariado.

Sánchez se dirige tres veces a la semana a una oficina de desempleo de Panevežys para dar clases de español para extranjeros. Allí ofrece clases para gente joven, mayores, desempleados y gente de todo tipo de condición. Aunque reconoce que con los chicos discapacitados lleva sólo un mes, ha aprendido mucho de ellos. Cuenta que hacen varias actividades «por ejemplo, hoy hemos ido a un campo y hemos hecho una barbacoa de convivencia en el bosque». Afirma que, en el centro público donde normalmente están, se desarrollan otras actividades como informática, música, artesanía o deporte, que es el departamento en el que estoy yo.

Antes de embarcarse en este proyecto de voluntariado europeo, Ramón participaba en otro programa perteneciente al programa Erasmus plus, de la Unión Europea llamado ‘Diálogo estructurado’. Según relata el joven calamonteño, «este programa se basa en poner en contacto a jóvenes con políticos para transmitir los problemas de los jóvenes a los políticos de la Unión Europea». Cuenta que en una de las consultas nacionales del verano de 2016, él fue a Málaga y «causalidades de la vida, coincidió que se estaba celebrando el 20 aniversario del servicio voluntariado europeo».

Ramón reconoce que jamás había oído hablar de esto, investigó preguntando a amigos y compañeros, y se dio cuenta que muchos de sus compañeros del proyecto de ‘Diálogo estructurado’ habían estado ya en este programa de voluntariado.

Le gustó el tema

Su sorpresa fue que en su universidad hubo una reunión para el voluntariado europeo y allí fue a interesarse por el tema. Le gustó y se propuso hacerlo, Ramón cuenta que «ya en febrero de 2017 me puse a buscar proyectos, pero tardé meses en encontrar uno. Mi madre me animó a que siguiera en la búsqueda».

Ramón afirma que estaba ya mentalizado para volverse a Calamonte al terminar la carrera y justo entonces fue cuando le llamaron de Lituania. La familia entera le apoyó y finalmente tomó la decisión de irse hasta Panevžys. Él quería salir fuera de España para saber «cómo era eso», pero sobre todo confiesa que lo que más le motivó fue mejorar sus competencias lingüísticas en inglés. Por otra parte, el calamonteño consciente de la importancia de aprender idiomas, reconoce que si quería aprender inglés tendría que salir fuera de España «buscando cualquier trabajo «como hace casi todo el mundo».

Pero no fue una decisión fácil, sobre todo porque le llamaron un 19 de agosto para marcharse el 4 de septiembre, cuando a mediados de septiembre tenía que entregar el Trabajo Fin de Grado de Ciencias Políticas. Así que, «tuve que decir, con todo el dolor de mi corazón que no me podía ir, pero en el mismo email escribí si había alguna posibilidad de empezar un poco más tarde, en octubre». Finalmente, le aceptaron la petición y allí se encuentra desde entonces, en una ciudad de algo más de 90.000 habitantes, muy similar a Cáceres. En cambio, Ramón se encuentra a 3550 kilómetros de Calamonte, una distancia similar a la que se encuentra el paisano que ya entrevistamos, Francisco Barrero, en este caso a 4000 kilómetros se encuentra Helsinki, Finlandia de Calamonte. De hecho, comparten un clima muy similar donde los inviernos son muy fríos. Está todo prácticamente nevado y cuando llega la primavera hay una explosión de color.

En cuanto a cómo son los lituanos, el calamonteño dice que «son fríos al principio pero cuando cogen confianza son súper amables y cariñosos, me dan todo». Dice que los españoles somos de hacer más vida en sociedad, salir a la calle y relacionarnos, y en cambio los lituanos son todo lo contrario.

Una de las cosas que le sorprende es que durante el invierno, a pesar de vivir a diez minutos del centro, que es donde suele haber más vida, no veía a nadie por las calles.

No hay gente por la calle en invierno, «pero claro, hasta que no vives aquí más tiempo no te das cuenta de que con -20 grados no es muy agradable salir». En cuanto a los horarios de comida parece ya demostrado que los españoles son diferentes al resto de Europa. Todos los entrevistados en esta sección de Calamonteños por el mundo coinciden con hacer desayunos potentes, a media mañana tomar un tentempié y cenar temprano, a eso de las 6 o las 7 de la tarde. La conclusión es, que los españoles son radicalmente diferentes en cuanto a los horarios para sentarse a la mesa. Según cuenta Ramón, a eso de las doce y media se suelen hacer comidas copiosas y siempre una sopa caliente de primer plato, «La sopa en un restaurante vale un euro».

Vida cara

La vida en Lituania es cara. El calamonteño pone el ejemplo del carro de la compra donde afirma, es tanto o más caro que en España, con la diferencia que los salarios son muy bajos. Por ejemplo, un funcionario cobra en torno a los 700 euros. Aunque el tema de la vivienda y el transporte es más barato. En tema de salarios hombre-mujer existe una gran brecha salarial. Un ejemplo claro es que en las oficinas de desempleo donde desarrollo el proyecto, sólo hay mujeres trabajando porque cobran menos «esta situación provoca que la gran mayoría de lituanos sean la mano de obra barata de Suecia, Dinamarca y Noruega, fundamentalmente».

El otro fenómeno que se está viendo en Lituania es la cantidadde gente joven que emigra hacia Inglaterra y Alemania por el temade los salarios, sin embargo, la tasa de desempleo está entre el 5 y el 8 %, es decir, que trabajo hay, pero mal pagado.

Por último, una de las cosas que más le gusta a Ramón es la explosión de color y vegetación de Lituania desde que empezó la primavera «hay muchísimos bosques y lagos donde la gente se baña y quieras o no, la diferencia con Extremadura es inmensa».

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